Lo malo es cando esta
manipulación es utilizada por algunos para complacer a sus amos, porque, como decía
un renombrado político, solo la verdad es
revolucionaria. Malo si la utilización es por ignorancia, pero mucho peor si
se utiliza a propósito, conociendo su falsedad, porque la mentira tiene las piernas
cortas, y en poco tiempo se nos volverá en contra.
Un buen ejemplo de lo citado es
el artículo publicado por la Plataforma ciudadana
de investigación judicial del sector eléctrico, cuyo enlace incluimos a
continuación:
En su titular encontramos la primera afirmación carente del
rigor necesario:
Si continuamos la lectura podemos
saber que las tres Universidades en cuestión son la Universidad de Twente, la
Universidad de Ciencias Aplicadas de Amsterdam y la Universidad de Tecnología
de Hamburgo, instituciones todas ellas que no suscitan sospechas.
-
“¡Hombre! ¡Pues
si lo dicen esas tres universidades será cierto!”
¡Pues va a ser que no! Porque no
son las universidades las que tal cosa afirman, sino el aparente resultado del
trabajo de fin de carrera de un tal Anton
Melentjev en el año 2015. De hecho no sabemos cuál es ese resultado porque
no hay ningún enlace a este trabajo, lo que no es óbice para que el ferviente articulista
afirme:
Hay
contadores digitales que pueden dar lecturas falsas de hasta un 582% que [sic]
el consumo real de energía
De que “haya contadores (entre los estudiados en 2015 en Holanda por Melentjev) que puedan verse afectados por interferencias electromagnéticas” a
que los contadores instalados en España y homologados por el Ministerio de
Industria en su ITC/3022/2007, de 10 de octubre, y cumpliendo la Directiva MID
da UE, (https://www.boe.es/doue/2004/135/L00001-00080.pdf)
estén en la misma situación, hay un abismo. Los contadores de enerxia eléctrica
son, por razones evidentes, unos de los aparatos con más normativas encima. No
digo que los fabricantes de contadores eléctricos no sean todos ellos una manada
de delincuentes, que lo podrán ser o no, sino que los estados de la UE, están encima
de ellos para que, por lo menos, el fraude les resulte menos fácil. (Retranca
gallega en modo ON)
Si estudiamos con atención la
ilustración que acompaña al artículo, y que suponemos que es la del laboratorio
empleado por Melentjev para sus
pruebas, las dudas se hacen más evidentes. Cuando queremos probar la corrección
o incorrección de las indicaciones de un aparato de medida se procede a
comparar lo medido por el aparato probado con los resultados de un instrumento
“patrón” en un entorno controlado y de una forma concreta especificada en las normas
que le son de aplicación. En la fotografía que se incluye en la página (si realmente
es la del estudio citado) no existe tal instrumento “patrón”; los contadores
son de un modelo que no corresponde con los contadores actuales; la prueba se
hace con contadores monofásicos y trifásicos, pero la alimentación es
monofásica. En resumen: el montaje es más propio de un laboratorio de una
universidad adaptado para un trabajo de fin de carrera que de un auténtico laboratorio
de calibración como el necesario para que una denuncia de fraude tenga la más mínima
posibilidad de ser tenida en cuenta por los organismos de metrología y control.
También se comenta que:
En
los experimentos, cinco de los nueve contadores inteligentes dieron lecturas
que eran mucho más altas que la cantidad real de energía consumida. De hecho,
en algunas configuraciones, estas eran hasta un 582% más altas.
La cosa es que nosotros contamos
once, no nueve contadores, aún excluyendo los dos del sistema Ferraris que imaginamos
que se utilizan para efectuar la comparación de valores. Tampoco se aclara cual
era la “configuración” que provocaba que la medida fuera casi seis veces
superior a la real, ni se apunta a la causa que el investigador atribuye a esta
disparidad, difícil de entender en cualquier aparato de medida.
Más adelante leemos que los
contadores que miden de más son aquellos cuya medida (no control) da intensidad
se hace mediante una bobina Rogowsky, y los que miden de menos aquello que lo
hacen mediante sensores de efecto Hall. ¡Muy buena noticia! Porque en los
contadores actuales, los contadores para medida fiscal no tienen bobinas de intensidad Rogowsky ni sensores de
efecto Hall, que si se usan en otras aplicaciones de medida, pero que, por
supuesto, no son sospechosos de esas magnitudes de error en la medida si están
fabricados bajo una norma de medida de cualquier origen o tipo.
Otro aspecto más que es preciso
aclarar en cuanto de las informaciones non del todo exactas que el artículo en
cuestión incluye, es que la Directiva Europea de Eficiencia Energética
2012/27/UE sí que está traspuesta a la legislación española, y que la norma IEC
61000-4-19 que cita no es de aplicación a los contadores de energía eléctrica
sino a las Técnicas de ensayo y de medida
utilizadas para comprobar esa compatibilidad, norma de la que existe la
correspondiente Norma española, la UNE-EN
61000-4-16:2016. Compatibilidad electromagnética (CEM). Parte 4-16: Técnicas de
ensayo y de medida. Ensayo de inmunidad a las perturbaciones conducidas en modo
común en el rango de frecuencias de 0 Hz a 150 kHz.
De todas formas lo que sea sonará, porque se afirma en
el artículo que la Plataforma ciudadana
de investigación judicial del sector eléctrico en cuestión está por la labor
de denunciar la instalación de esos contadores ante la Audiencia Nacional. O sea
que cuando presenten la denuncia ya sabremos qué parte de las Directivas da UE relativas
a la eficiencia energética de los edificios es la que no cumplen esos
contadores que miden casi seis veces más energía que la realmente consumida.
Finalmente y ya mucho más en
serio. En mi opinión lo verdaderamente lamentable de los contadores inteligentes
es que los poderes públicos, que deben ser garantes da equidad en las relaciones
entre los poderosos y la gente común, no den los pasos necesarios para que toda
la información de consumos, potencias, máximos, etc., que estos contadores inteligentes
pueden suministrar, no estén fácilmente accesibles al consumidor, para que este
pueda tomar sus decisiones de consumo energético correctamente informado.