Comentábamos en el artículo anterior
el hecho de que con la introducción de las tres tecnologías de control de las
sobreintensidades que en él describíamos, tiempo
dependiente, tiempo independiente
y de derivación, la seguridad de las
instalaciones había mejorado de forma tal que durante muchos años pareció que
pocas cosas más se podían hacer para reducir de forma apreciable los riesgos
asociados a la distribución de la energía eléctrica en el hogar; polo menos a
un coste razonable.
Sin embargo el porcentaje de los incendios
de origen eléctrico, aunque que se había reducido de forma muy apreciable con
la puesta en funcionamiento de las protecciones antes descritas, continuaba y
continua, siendo demasiado elevada para los niveles de exigencia actuales. Más
de cien mil incendios al año, con muertos y heridos, miles de millones de euros
en daños materiales, y en algunos casos con pérdidas irreparables de bienes
históricos o artísticos, son razones suficientes como para investigar un poco más
en los orígenes de un incendio de origen eléctrico y en su detección temprana. En
esta investigación se llegó a la conclusión de que una parte muy importante de estos
incendios se podían atribuir a defectos en la instalación eléctrica causados
por fallos de arco.
Pero, ¿que son los fallos de arco? Recordemos que los
defectos eléctricos se pueden dividir genéricamente en faltas serie y faltas
paralelo. Las faltas serie son las
interrupciones de la continuidad de uno o más de los conductores activos del
sistema, y las faltas paralelo el
paso al estado de conducción eléctrica de un aislamiento. Dicho de otra forma:
los defectos en el conductor originan las faltas
serie y los defectos en el aislamiento originan las faltas paralelo. Tradicionalmente se asumía que la pérdida de
continuidad eléctrica en las faltas serie
era siempre total, y que la impedancia del defecto en las faltas paralelo igual a cero. Esta simplificación, necesaria en su momento
para poder realizar los elementos de protección tecnológicamente posibles y económicamente
rentables en una época concreta, no lo es en la actualidad. Podemos, y debemos,
asumir que en muchas ocasiones la pérdida de continuidad en los conductores en una
falta serie non es tal, sino una
disminución de la sección útil, normalmente por rotura de alguno de los hilos
de los que está compuesta la sección total, y que la impedancia del defecto en una
falta paralelo es distinta de cero. Para
llegar a comprender de cómo se producen los fallos
de arco analizaremos brevemente su origen en los dos casos citados: falta serie y falta paralelo.
Falta serie sin pérdida total de continuidad.

Falta paralelo a impedancia mayor que cero.

Sistemas de detección del arco eléctrico.

La solución teórica parece clara:
puesto que la falta puede producirse tanto en la canalización eléctrica como en
el aparato conectado a ella, tendremos que diseñar un elemento que sea capaz de
detectar la presencia de arcos eléctricos para ser instalado en el origen de la
canalización eléctrica. El primer problema con el que se encontraron los
diseñadores de la citada protección fue el hecho de que los motores eléctricos
de algunos aparatos, como por ejemplo los secadores de pelo, las aspiradoras, taladro
de mano, etc., producen pequeños arcos en su funcionamiento normal que es
necesario distinguir con fiabilidad de aquellos que tienen su origen en las
faltas antes descritas.
Por suerte en la actualidad la integración
entre la electrotecnia y la electrónica es ya una realidad, y en poco tiempo las
grandes firmas del sector han conseguido fabricar y poner en el mercado a un
precio razonable un circuito detector que identifica con total seguridad la estructura
característica de los arcos asociados a una y otra de las faltas descritas. No
queda más que introducir dicho circuito en una caja modular, semejante a cualquiera
de las otras de la aparamenta de protección modular instalado de forma que este
nuevo dispositivo al detectar la aparición de uno de estos arcos provoque, por
medios mecánicos o eléctricos, la apertura del interruptor magnetotérmico del circuito
principal.
Resumen final.
A lo largo de estos tres artículos
intentamos hacer un acercamiento a las tendencias actuales en la protección de
los edificios contra los incendios de origen eléctrico. En la primera entrega
relatábamos la mejora de la seguridad que las propias instalaciones eléctricas supusieron
en los albores del siglo XX, y los riesgos característicos asociados a esta
forma de energía, con especial atención al mito
del cortocircuito.
En la segunda entrega analizábamos
la evolución de los dispositivos de protección de las instalaciones eléctricas y,
en consecuencia, de la mejora de la protección de los edificios contra los
incendios de origen eléctrico. Los dispositivos a tiempo dependiente para la protección contra los problemas
producidos por el exceso de potencia conectada; los dispositivos tiempo independiente para los problemas
provocados por una falta paralelo entre conductores activos y, en consecuencia,
la brusca generación de una gran cantidad de calor en un punto del circuito
eléctrico; y finalmente los dispositivos de protección contra las faltas
paralelo entre un conductor activo y el conductor de protección, denominados
coloquialmente “diferenciales” y que incluyen la protección de personas.
Finalmente en esta última entrega
hablamos brevemente de los nuevos dispositivos de detección de fallo de arco
que cierra el hueco de seguridad existente en las instalaciones, mejorando la
protección de las personas, los edificios y sus contenidos.
El cierre de un dispositivo sobre una falta puede tener consecuencias desastrosas especialmente en el caso de los interruptores diferenciales directos y magnetotermicos de gran amperaje.
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