mércores, 1 de xaneiro de 2020

“La MILLA VERDE”, o la Ley de Murphy aplicada a la electrocución.


Un intento de explicar las razones por las que resulta tan difícil   electrocutar a la gente, salvo que no sea eso lo que se pretende.

Introducción.
Hace algunos meses pasó por los cines una película de un director norteamericano, Frank Darabont, titulada La Milla Verde, protagonizada por un Tom  Hanks claramente pasado de peso, cuya contemplación me llevó a una serie de reflexiones, fruto de las cuales nacieron una conferencia en mi Colegio Profesional, y esta publicación, ambas imbuidas por la misma voluntad de enseñar divirtiendo.
Desconozco si el colectivo de instaladores eléctricos, primero destinatario de estas reflexiones, es mucho o muy poco  cinéfilo, pero estoy seguro que los que asistieran a la proyección de la citada película, al ver aquella impresionante secuencia de la ejecución de uno de los personajes en la  Old  Sparkey, la vieja silla eléctrica, se preguntaron por que resulta tan difícil   electrocutar a una persona en silla, cuando muchos de nuestros conocidos, o aún amigos, fallecieron en accidentes de un nivel de riesgo aparentemente menor?
En la secuencia citada, uno de los carceleros, un personaje especialmente odioso, omite intencionadamente mojar en agua la esponja que se pone bajo el electrodo de la cabeza del reo, lo que provoca que se dificulte el paso de la corriente eléctrica por el condenado, y unas imágenes de la electrocución francamente difíciles de aguantar. Imágenes que, por otra parte, están disponibles en la WEB con un protagonista real, Allen Lee Davis,  cruelmente ejecutado en el aparentemente civilizado estado de Florida, el pasado año [1].
Pero volvamos al meollo del asunto, que no debe ser objeto de este artículo el argumentar en favor o en contra de la pena de muerte, ni dar consejos de procedimiento a verdugos aficionados, sino el repaso de algunos conceptos eléctricos relacionados con los fenómenos de la electrización, y lo que es más importante, las estrategias tendentes a minimizar el riesgo de electrocución para los usuarios de la electricidad.
Los riesgos de la energía Eléctrica.
Toda actividad humana comporta riesgo. Sin poner ejemplos extremos como podría ser el circular en automóvil por Vigo, el simple hecho de salir a la calle lleva aparejados unos riesgos. El nivel de este riesgo puede ser expresado numéricamente, un caso entre cien, entre mil, o entre un millón, pero su valor numérico no tiene importancia más que para las compañías de seguros, porque nosotros seguiremos teniendo más miedo a viajar en avión aunque el automóvil o la motocicleta sean mucho más peligrosos, y seguiremos preocupándonos más por la contaminación electromagnética que la instalación de un nuevo centro de transformación a unas decenas de metros de nuestra vivienda que por la producida por el teléfono móvil que ponemos a unos centímetros de nuestro cerebro. No importa, pues, el nivel de riesgo y la frecuencia de los accidentes sino la percepción que tenemos de ese nivel de riesgo
Otro aspecto del riesgo eléctrico que me interesa señalar es lo que tiene que ver con su percepción y con la necesidad de su aprendizaje. Dicen los que saben de estas cosas que el ser humano percibe el riesgo a dos niveles: un nivel genético, que no necesita de aprendizaje, y un nivel cultural que es generado por acumulación de experiencias. El miedo al fuego, el miedo a las alturas, etcétera, estarían, según estas fuentes en este primer nivel, y el miedo a la electricidad en el segundo. Toda vez que gran parte de la actividad de progreso de la humanidad es una lucha por minimizar el riesgo, y que, concretamente en nuestro caso, la alternativa energética eléctrica ha nacido también como una minoración de los riesgos de la distribución canalizada del gas en los hogares, el uso de la electricidad como fuente de energía en las viviendas tiene, en cuanto del riesgo, un aspecto evidente y uno inesperado: El evidente es la mejora del nivel de riesgo, mientras que el menos evidente es sin duda el aumento en la dificulta de su percepción.
Y hemos de reconocer que la corriente eléctrica mata. No mata tanto como debiera, si tenemos en cuenta la cantidad de prácticas irresponsables que vemos a diario, pero nuestra profesión y oficio es, precisamente, el luchar por conseguir que no mate absolutamente nada. Ni tan siquiera en Florida. Es preciso no olvidar que, en esa parte del reglamento de baja tensión, REBT, que no lee casi nadie, se establece que:

Capítulo 1: el  REBT tiene por objeto establecer las condiciones y garantías que deben reunir las instalaciones eléctricas [...] para garantizar la seguridad de las personas y de los bienes.

El citado REBT también habla de mejorar la calidad del suministro, de unificar las características de los materiales y de mejorar el rendimiento económico de las inversiones, pero todo eso, por importante que les pueda parecer a los que se creen a salvo del riesgo de electrocución, muy en segundo lugar.
Garantizar la seguridad es, por tanto, nuestra primera ocupación y preocupación. Resumiendo mucho podemos afirmar que los daños a las personas provocados por las instalaciones eléctricas pueden ser originados fundamentalmente de dos formas:
·  Indirectamente, como resultado de un mal funcionamiento de un equipo o instalación eléctrica, que dé como resultado una situación de riesgo, entre las que podemos señalar como más frecuente el fuego de origen eléctrico.
·   Directamente, por contacto involuntario con piezas bajo tensión, de forma que parte de la corriente del sistema atraviese nuestro cuerpo.
Aclarar que cuando este contacto se establece con partes que están bajo tensión porque esa es precisamente su función hablaremos de contacto directo, y cuando lo sea con partes que adquirieron esa condición como resultado de un defecto en el aislamiento de contacto indirecto. El primero tiene un mayor nivel de riesgo y una mejor percepción, y el segundo un menor nivel de riesgo pero mucha peor percepción, lo que lo convierte en más peligroso. A este según tipo le dedicaremos parte importante de nuestro análisis.
Antes de entrar en este análisis de los riesgos y de la gravedad de las consecuencias de estas formas de contacto, repasemos brevemente algunos conceptos eléctricos.


La circulación de la corriente eléctrica.
La circulación de la corriente eléctrica a través de un conductor está gobernada por la bien conocida, (por lo menos por los ingenieros eléctricos), Ley de Ohm Ampliada, en la que se define la impedancia como la relación entre la tensión aplicada y la intensidad que circula por el referido conductor. Recordemos también, que estas impedancias pueden ser lineales o no lineales, homogéneas o no homogéneas, y de valor estable en el tiempo o no estable. Y el cuerpo de un ser vivo en general, bajo el punto de vista de las impedancias, es justamente todo lo que comienza por no: no lineal, no homogénea (piel, músculos, huesos, etc.) y no estable en el tiempo. 
Aún más: esta impedancia depende fuertemente de la trayectoria concreta que siga la corriente en el accidentado; entrada por la mano y salida por un único pié, como en la ilustración; entrada por una mano y salida por la otra, etc, etc.

La impedancia es también muy dependiente de las diversas influencias externas: mano y pié mojado o seco, y muchas más en las que se incluye el sexo y el estado físico y psíquico del accidentado. Si a esto añadimos el dato de que las impedancias varían en cada persona concreta, y que además esta impedancia es muy difícil de medir en los seres vivos (por lo menos sin poner en peligro su vida) llegaremos a la conclusión que el único acercamiento posible al tema es el método estocástico [1]. Todo un desafío!.
Como explicaremos más detalladamente un poco más adelante, lo que establece los límites del riesgo en la electrización de un ser vivo, es decir la gravedad de los daños esperados, son el valor da corriente, función como hemos analizado previamente de la tensión aplicada entre extremos del circuito de electrización y de la impedancia de la trayectoria de esa corriente, en estrecha relación con el tiempo de paso de esta corriente. La lucha, por tanto, para intentar minimizar este riesgo se establecerá en tres frentes:

ü  El frente de la tensión. En el campo de los contactos directos, utilizando bajas tensiones de seguridad; en el de los contactos indirectos haciendo muy pequeña la tensión de contacto.
ü  El frente de la corriente: maximizando las impedancias del circuito de electrización,  impedancia del propio contacto, impedancia del cuerpo [2],  impedancia del suelo, etc.
ü  El frente del tiempo: puesto que el tiempo juega un papel determinante en la gravedad de los daños esperados, cortando las fuentes de suministro en el tiempo más breve posible.
En el vigente, esperemos que por poco tempo [3], Reglamento Electrotécnico de Baja Tensión, en su instrucción MI-BT 021, se establece que, para la protección de las personas contra los riesgos del paso de la corriente eléctrica, se pueden establecer dos tipos de medidas:
ü  Medidas de la Clase A: son aquellas que no necesitan del corte de la alimentación para otorgar la protección.
ü  Medidas de la Clase B: por el contrario necesitan del corte de la alimentación para otorgar la protección.
Entre las medidas de la Clase A, también denominadas básicas, podemos citar: la interposición de barreras aislantes, el empleo de aparatos de doble aislamiento, la inaccesibilidad simultánea de elementos conductores y masas, el recubrimiento de las masas metálicas con aislamientos de protección, la utilización de diferencias de potencial no peligrosas, la separación de circuitos por medios galvánicos, cómo son los transformadores de aislamiento, el empleo de bajas tensiones de seguridad y las conexiones  equipotenciales entre masas metálicas.

Por el contrario, las únicas medidas de la Clase B que se citan son: el establecimiento de un camino de baja impedancia para las derivaciones a tierra, unido a un dispositivo de detección y corte automático de la alimentación, conocido como interruptor diferencial o más correctamente Dispositivo Diferencial Residual, DDR, o bien, en casos concretos, un magnetotérmico, o en su más correcta denominación dispositivo de corte de corrientes de cortocircuito, DPCC.
Por su parte la Norma UNE 20460-4-41, núcleo del futuro REBT, complica un poco más las cosas, estableciendo tres tipos de medidas:

ü  Medidas de Protección contra los contactos directos e indirectos.
ü  Medidas de Protección contra los contactos directos.
ü  Medidas de Protección contra los contactos indirectos.
 Medidas de protección contra contactos directos e indirectos.
La mencionada Norma recoge cómo única medida capaz de dar una protección adecuada en las dos situaciones, es decir, contacto con piezas bajo tensión y contacto con piezas puestas bajo tensión por el efecto de una avería, la utilización para el abastecimiento de las denominadas como Muy Bajas Tensiones de Seguridad, MBTS. Este sistema, de utilización práctica muy limitada, consiste en el empleo de una fuente de alimentación, de características normativas muy definidas, con una tensión de alimentación por debajo de los 50V en corriente alterna, o 75V en corriente continua.
Medidas de protección contra los contactos directos.
Las medidas de protección contra los contactos directos definidas en UNE 20460-4-41, son la protección por aislamiento de las partes activas, la protección por medio de barreras o envolventes, la protección por medio de obstáculos, la protección por alejamiento, y una protección complementaria por dispositivos de corriente diferencial residual, es decir, diferenciales, de alta sensibilidad.
La protección contra los contactos directos por aislamiento de las partes activas consiste en dotar la estas partes, de un aislamiento que no pueda ser retirado más que con su destrucción, no considerando a las pinturas, barnices y lacas, entre estos medios.
Por su parte la protección por medio de barreras o envolventes, consiste en situar estas partes activas en el interior de envolventes con un grado de protección mínimo de IP2X, fijadas de forma segura, fuertes y duraderas, aun teniendo en cuenta las posibles influencias externas. Estas protecciones serán retirables solamente mediante herramientas y sin tensión en las partes activas.
En cuanto a la protección por medio de obstáculos, solamente es posible su implantación en los locales afectos al servicio eléctrico, con acceso restringido al personal autorizado, impidiendo el acercamiento y el contacto no intencionado. Estas protecciones serán desmontables sin herramientas, como por ejemplo las rejas de las celdas de obra civil de los centros de transformación. En estos mismos locales se podrá igualmente implantar la denominada protección por alejamiento, consistente en el establecimiento de un volumen de accesibilidad, limitado por el espacio que una persona puede alcanzar con la mano sin medios auxiliares.
Como complemento de todas estas medidas, o barrera contra las imprudencias, la norma recomienda el uso de una protección complementaria por dispositivos de corriente diferencial residual (DDR) de alta sensibilidad, es decir de una sensibilidad igual o mayor que 30 ma.
Medidas de protección contra los contactos indirectos.
En la protección contra los contactos indirectos se describen dos tipos de protecciones: las activas, basadas en el empleo de aparatos de detección y corte automático de la alimentación, y las pasivas, basadas en la utilización de doble aislamiento, de locales y emplazamientos no conductores, de conexiones equipotenciales locales no conectadas a la tierra general, y de la protección por separación eléctrica o separación de circuitos, mediante un transformador de aislamiento, cuyo funcionamiento analizaremos más adelante, con ocasión de los esquemas de conexión a tierra, con el que tendremos más posibilidades de entender correctamente su funcionamiento.
Medidas Pasivas.
En las conexiones equipotenciales locales, todas las masas metálicas simultáneamente accesibles están al mismo potencial, pero aisladas de la toma de tierra eléctrica, por lo que, en caso de defecto de aislamiento, el circuito de retorno a la fuente no se cierra, lo que impide la aparición de tensiones de contacto peligrosas.
Otro método semejante es la utilización de locales denominados no conductores. En estos locales las paredes y el suelo tienen una alta resistencia eléctrica, superior a los 50 kΩ para tensiones menores de 500 V, y la 100 kΩ para tensiones mayores, valores medidos con una tensión de prueba de 2000 V. De esta forma se asegura que la corriente de fuga, en condiciones normales de servicio, es menor de un miliamperio.
Cómo última de las medidas pasivas, se recoge el empleo del doble aislamiento, consistente en la utilización de aparatos en los que en el caso de un defecto en el aislamiento principal queda aún interpuesto entre la parte activa y el usuario, un aislamiento secundario. En la mayor parte de los casos este aislamiento secundario es la propia carcasa del aparato. Estos materiales se denominan de Clase II, y llevan una indicación formada por dos cuadrados, uno en el interior del otro.
Medidas Activas.
Las medidas activas, que llevan implícito el corte automático de la alimentación, necesitan, además de la detección de la aparición de la condición de peligro y la actuación del elemento de corte sobre el circuito vigilado, las siguientes condiciones, comunes a todos los esquemas de conexión a tierra que describiremos un poco más adelante:
·       Todas las masas metálicas deben estar unidas a tierra con conductores de sección adecuada.
·       Dos masas metálicas simultáneamente accesibles han de estar imperativamente unidas a la misma puesta a tierra.
·       El corte de la alimentación debe producirse dentro de los valores tiempo/corriente establecidos en la norma IEC 60479-2 y que recogemos al final de esta parte.
La tantas veces citada a lo largo del artículo, norma UNE 20.460-4/41, en su punto 413.1.1.3, establece que, un dispositivo de protección debe separar automáticamente de la alimentación la parte de la instalación protegida por este dispositivo, de tal forma que, después de un defecto en esta parte, no se pueda mantener una tensión de contacto en ninguna parte de la instalación de un valor superior al indicado en la Tabla 41 A, representado en la Figura 41 B, durante un tiempo más largo del indicado en ellas.
En la tabla se indica el tiempo de funcionamiento máximo de la instalación para una cierta tensión de contacto. La tensión de contacto es función de la tensión simple del sistema y del esquema de conexión a tierra.


Tabla 41 A
Figura 41B
Tensión de contacto supuesta [V]
Tiempo de funcionamiento máximo [s]


< 50
4
50
5
75
1
90
0,5
110
0,2
150
0,1
220
0,05
280
0,03

(Continuará)




NOTA [1]: Se denomina estocástico a aquel sistema que funciona determinado por el azar y la probabilística. Las leyes de causa/efecto no explican cómo actúa de manera  determinista, sino en función de probabilidades. La palabra proviene del griego: στοχαστικός, hábil en conjeturar. Significa "perteneciente o relativo al azar".
NOTA [2]: Para el lector que desee ampliar conocimientos sobre las partes de esta impedancia del cuerpo humano, en la Norma UNE 20572, se define la Impedancia total del cuerpo humano como el resultado de la suma, en valores complejos, de la impedancia existente entre dos electrodos en contacto con dos partes del cuerpo, después de suprimir la piel bajo los mencionados electrodos, a la que denomina interna, y la  impedancia de la piel, o la existente entre un electrodo ubicado sobre ella y otro en los tejidos conductores subyacentes. Además introduce el concepto de Resistencia inicial del cuerpo [Ríe], a la que define como la resistencia que limita el valor de cresta de la corriente, en el momento en que se aplica la tensión de contacto.
NOTA [3]: Aún tuvimos que esperar hasta el 18 de septiembre de 2002 para su publicación en el BOE.




Nota[1]: Allen Lee Davis fue ejecutado en Jacksonville el 8 de julio de 1999. El artículo fue originalmente publicado en el año 2000, de ahí la referencia temporal

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